Actualmente afecta a 4 millones
de persona de las cuales solo 57.000
reciben algún tipo de tratamiento como
el trasplante al cual se han sometido 30.000 afectados o la diálisis que
reciben 27.000, cifras que cada año aumenta, de hecho en 10 años se ha
reconocido dicho problema a un 12% más de la población y a un 22% están necesitando sesiones continuas de diálisis y aun así se llega al punto de costale la vida anualmente a 4.000 personas por
no llegar a tiempo a realizar un trasplante o no llevar los cuidados y
revisiones necesarias.
Aunque afecta tanto a hombres como a mujeres a quienes una vez que el
problema de salud aparece ven disminuida la calidad de vida, en el caso último
es peor, ya que también afecta a todo su alrededor como es:
Conciliación. Si la conciliación
de la vida familiar es complicada, conciliar el tratamiento renal substitutivo con el puesto de trabajo aún lo
es más, ya que si la empresa no es comprensiva, ajustar los horarios del
tratamiento con los de la vida laboral, en muchos casos es muy complicado.
El papel de cuidadora. La
figura de la mujer con enfermedad renal no la exime en muchas circunstancias
del rol establecido de cuidadora familiar, lo que supone en ocasiones una doble
carga para la vivencia de la familia.
Invisibilización de la sexualidad femenina. Las imposiciones sociales pretenden que el
deseo de la mujer sea menos reconocido que los masculinos por los
estándares androcentristas de la mayoría
de formatos de educación sexual, y la vivencia de la identidad femenina no queda
excluida de esta realidad.
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