Este verano ha sido nefasto para los accidentes de tráfico, los cuales han producido un gran repunte de
pacientes con lesiones medulares en el
CHUA (Hospital Universitario de A Coruña), aunque detrás de muchos diagnósticos
están también los accidentes laborales,
en especial entre los hombres de media edad dedicados al mundo de la construcción o la industria, o con
distintos perfil laboral pero debido a la crisis no encontraban de su rama y
vieron una salida en ambas ramas, porque la falta de experiencia también ha
podido ser una de las causas de su contratiempo.
Así lo ha subrayado también Antonio
Rodríguez Sotillo jefe de la unidad de lesionados del Chuac “Yo creía que la caída de pacientes por
accidentes de carretera se debía a las campañas de tráfico, el carné por
puntos, los controles y la concienciación, pero parece claro que la crisis
también tuvo que ver, ya que este año se ha visto una leve mejora económica y
con ello hemos visto un repunte de esta lesión en los accidentes de tráfico,
debido en parte a que se hace un 30% más de desplazamientos por carretera, el
cansancio parece no notarse tanto por las ganas de llegar al destino y ello
provoca que haya un aumento de choques serios con mas facilidad”
De hecho hay una planta del
hospital dedicada a estas lesiones, que actualmente está superada al
encontrarse con más pacientes que camas
tiene, por lo que hay que derivar pacientes a otros centros, al igual pasa
en el centro de referencia de Galicia el
cual cuenta con 31 plazas de las cuales de la mitad está ocupada por chicos jóvenes procedentes de accidentes de tráfico,
junto a varios pacientes también hombres
aunque de mayor edad que en verano han decido arreglar el tejado de su casa o
podar el árbol de su finca, con la mala suerte de que se han caído mal produciéndose
una lesión medular, que junto a su edad que suelen ser entre 60 a 80 y tantos, más
otros problemas de salud, complica mucho la terapia de rehabilitación
Como bien subraya un trabajador del centro “En verano son meses en que las camas están prácticamente destinadas
solo al paciente agudo que es quien sufre un accidente, mientras que el resto
del año aprovechamos para ingresar a pacientes que ya han pasado ese momento
crítico pero que están pendientes de algún tipo de intervención, ya sea
urológica o de cirugía plástica, o de recibir algún tratamiento específico.
Durante el verano siempre vamos
a peor, aunque este es un servicio de referencia, pero está muy condicionada
por la estacionalidad y sabemos que en Semana Santa y verano sufrimos picos muy
altos de demanda de los servicios”
De nuevo Antonio Rodríguez
Sotillo quiso hacer hincapié en que “la
etapa aguda de la lesión medular requiere un ingreso de mínimo 7 meses en los
que el paciente ha de superar no solo heridas de gravedad, sino adaptarse a la
nueva situación causada por unas lesiones que dejan secuelas importantes en lo
que se refiere a pérdida de movilidad y sensibilidad desde el punto en el que
se produce la sección de la médula.
Aunque afortunadamente más del 70 % de los casos se trata de lesiones
medulares incompletas, lo que deja margen a la rehabilitación para conseguir una movilidad
bastante aceptable.
Por otro lado este verano nos
hemos dado cuenta que hemos llegado tarde con los avisos por zambullidas en la piscina o en la playa, acción
por la que hemos atendió a varios jóvenes, el 1º nos llegó en helicóptero
procedente de la playa de Portonovo, que fue un chico de 24 años
diagnosticado de una tetraplejia por golpearse contra una barrera de arena
cuando entraba en el mar, y hace diez días recibimos a un niño de 12 años trasladado de Boiro que
presento una lesión medular provocada por caer mal sobre otro niño cuando juagaban
a zambullirse fuerte en el agua.
Todas estas acciones nos hacen
recordar el verano de los 90 cuando en esos años atendimos a 12 jóvenes que estuvieron
a `punto de pasar a vivir en una silla de rueda de por vida debido a hacer
zambullidas sin controlar la zona, ni fuerza del agua, de hecho muchos de ellos
le han quedado importantes secuelas por ello, además son siempre adolescentes o preadolescentes que no piensan
que una tontería pueda acabar con su vida tal y como la conocen y que se trata
de un mar muy abrupto y con profundidad muy cambiante en segundos”.
Por último se recomienda siempre en coche seguir los consejos de
seguridad como ponerse el cinturón de seguridad y en los niños llevarles con
las sillas bien homologadas según su edad, en personas mayores que no se suban
a arreglar tejados ni podar árboles, que llamen a profesionales que se dedican
a ello y saben con qué medidas de seguridad hacerlo, y en el caso de los niños
en la playa no dejarles solos, repetir mucho que no se tiren de cabeza nunca, y
si aun así por las hormonas adolecentes están empeñados en hacerlo que sea en
una zona con agua que se aseguren de que haya profundidad, que no haya nada de
rocas alrededor ni personas con las que chocar y sobre todo que haya un
vigilante o adulto cerca.
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