El hospital Sant Joan de Déu
(Barcelona) ha puesto en marcha sesiones grupales de mildfunes destinada a niños
con graves patologías neurológicas, como es la neurofibramotosis tipo 1 N1, o esclerosis
tuberosa, las cuales cursan con
problemas neurológicos, pequeños tumores cardiacos y manchas en la piel que
recubre el cuerpo de color café con leche, actualmente afecta a 3.000 niños
desde su nacimiento, pero no se detecta hasta los primeros años de vida, cuando
aparece la sintomatología que cursa con ataques epilépticos, alteraciones psíquicas,
diversidad funcional intelectual, lesiones cardiacas, trastornos cognitivos y a
veces también TDAH (Pero no todos los TDAH tienen esta patología, de echo es un
pequeño porcentaje).
Por ello Federico Ramos neurólogo
especialista en neuropatías cutáneas del hospital subrayo que "Es un diagnóstico, crónico, que condiciona
de por vida a la familia del niño afectado, y esto desencadena en los padres
unos niveles de ansiedad o depresión importantes.
La familia sabe que un alto
porcentaje de estos niños acaban desarrollando tumores, la mayoría benignos,
aunque también malignos, por lo que su inquietud es enorme, ya que se preguntan
cómo estará su hijo dentro de unos años, qué será de él”.
Con la intención de calmar la ansiedad de la familia, como mejorar la
vida del pequeño el hospital ha creado desde el servicio de neurología sesiones
de mindfulnes, que están incluidas en el tratamiento de la patología, ya que
esta ofrece especialmente apoyo psicológico dentro de los grupos que se crean,
trabajan con la enfermera Elisabeth González
en centrar la atención en el presente,
sin pensar en los problemas de salud del niño y menos en que pasara en un
futuro al igual que aprenden a no lamentarse con lo que ha pasado, ni pensar en
cómo hubiera sido su vida de no haber sufrido su hijo la patología, por lo
que volvió a hacer hincapié en que “Se
trata, de estar plenamente atentos a lo que sucede en cada instante, una
posición mental que exige pensar mucho, prestar atención, ser plenamente
conscientes de la situación en ese momento, sin pensar ni divagar sobre el
pasado o el futuro, que esa es la base del sufrimiento”
Por lo que con esta práctica tanto los padres como los niños aprender
a llevar los pensamientos a un camino positivo, mejorando así su ánimo.
Las sesiones duran 10 semanas, en las cuales en salas separas los niños durante 1 hora según explico Elizabeth González, “empezamos la sesión jugando a algo que exige
la colaboración del grupo, una vez bajada la energía, calmados, hacemos yoga
para canalizar aquella energía hacia posiciones positivas y después practicamos
un pequeño periodo de relajación que conduzco con una explicación fácil de
seguir, apoyados en la observación de su respiración"
Mientras que los padres tienen
90 minutos “empezamos con un ejercicio
de respiración, para que sean conscientes de como esto induce a un cambio de ánimo,
mientras van repasando las parte del cuerpo, lo que les reduce mucho la tensión
con la que suelen llegar al centro hospitalario, finalmente, les ofrezco una pequeña
sesión teórica en la que intento que comprendan cómo funciona la mente.
Nuestro objetivo es que esas familias, los
padres, sean conscientes de que aunque no pueden evitar lo que les sucede a sus
hijos si pueden decidir qué hacen con la situación que les ha tocado vivir, y
esa es la clave, además los niños a practicarlos muestran unos cambios sorprendentes,
mejora su bienestar en todos los aspectos, son más seguros en las relaciones
sociales y muestran mejores resultados académicos.”
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